Si de por sí cada abril tiende a ser especial por ser casi siempre el mes de la semana santa, en este año terrible la cosa se exacerbó por razones ya bien conocidas: la crisis económica, con sus secuelas en el ánimo, el bolsillo y las costumbres, y la famosa influenza antes porcina, y hoy "humana AH1N1".
Para los negocios -y la economía en su conjunto-, abril suele ser un mes lento, ya que la semana santa paraliza muchas actividades y eso repercute en los resultados del mes. Pero ahora la cosa fue mucho más allá, y nos queda un sabor de haber sido un mes prácticamente perdido.
Veamos: la semana santa empezó el lunes 6 y terminó el domingo 12; la siguiente semana no fue de plena actividad, pues siguió habiendo vacaciones escolares, y eso se sintió en el ambiente; no fue sino hasta el lunes 20 que todo el mundo estaba reintegrándose plenamente a su actividad cotidiana, y tres días después se nos informó que las escuelas cerrarían por razón de un virus de gran agresividad.
El resto es conocido: Los espectáculos y actividades públicas se cancelaron; luego le tocó el turno a los restaurantes, que obligatoriamente tuvieron que suspender su servicio; ya para entonces la gente había empezado a reducir sus actividades (prácticamente todas las juntas de trabajo fueron canceladas hasta nuevo aviso), y finalmente el gobierno decretó suspensión total de actividades hasta el 5 de mayo.
Como dato elocuente podemos decir que abril tuvo únicamente 7 días de clases.
Así, independientemente de los muertos y la sensación de amenaza, esta epidemia nos está dejando un saldo económico en verdad negativo, y me temo que tardaremos algún tiempo en recuperarnos del golpe.
Definitivamente, abril de 2009 fue un mes muy raro.
viernes, 1 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario