Vivir en un entorno urbano en el siglo XXI, significa someterse a una serie de imposiciones con las cuales se me ocurren dos formas de convivir: a) Adaptarte a ellas, ya sea consciente -no te incomoda bajar la cabeza ante ellas- o inconscientemente -ni siquiera te das cuenta de que existen-; o b) resistirte.
La opción A, de adaptarte a ellas, es sin duda más cómoda en lo práctico; pero es posible que no nos acomode, y por tanto optemos por la B. Si en ocasiones te inclinas por la B, serás un excéntrico o raro; pero si es tu preferencia en la mayoría de los casos, entonces pasarás a ser un auténtico perdedor y desadaptado social.
En fin. Me limitaré a enumerar las tiranías que tengo identificadas, y ya cada quién sabrá qué actitud toma ante cada una de ellas:
El consumo. Esta es la principal de todas las tiranías de nuestra época. Sin duda te consta qué tan difícil es resistirte a gastar tu dinero en ropa, viajes, coches, restaurantes, pasatiempos, etcétera, etcétera, etcétera. Todos conocemos la sensación: tienes una cierta cantidad de dinero, y no sabes qué es mejor: dárselo a la devoradora cadena producción-comercio-especulación, o destinarlo a alguna causa a tu favor, tal como pagar deudas o ahorrar para tu patrimonio y el de tu familia. Si optas por la segunda, seguramente alguien a tu alrededor sentirá que eres un mesquino.
Las marcas. Este es un subconjunto de la anterior, pero en una vertiente en verdad sofisticada: una playera negra de algodón, de calidad completamente mediocre, te cuesta $50 pesos (por poner cualquier cantidad); pero si exactamente esa misma playera lleva el logo de alguna marca de renombre, tienes que pagar un sobreprecio de tal vez $250 adicionales, únicamente por el derecho de hacerles propaganda. ¿No llevas algo que diga 'Aeropostale'. 'DKNY', 'Abercrombie' o un sinnúmero de sellos equivalentes? Perdón: Una vez más, eres un perdedor.
Los automóviles. También subconjunto de las dos vertientes de tiranía arriba mencionadas, ésta es tal vez la peor de todas. Porque, a diferencia de las marcas de ropa y tonterías similares, cuya imposición se limita a algunos cientos o si acaso miles de pesos, los automóviles te condenan a dedudas de decenas de miles de pesos (¡incluso cientos de miles!) que en verdad te complican la vida -más de uno está en serios problemas por eso-. No se te ocurra pensar que el auto es una simple estructura de acero cuya función no es otra más que transportarte; tu obligación es sumarte a la convicción actual: el coche es tu alter ego. Tu coche eres tú. O tienes un coche caro, de marca cara, o no eres nadie. Una señora sin camioneta es una pobre tonta.
La homosexualidad. El mundo es de los gays. Si ves una película infantil (Shrek 3) o un anuncio de refrescos (Coca-cola), te encontrarás con personajes trasvestis; si ves una comedia de adultos, aparecerá una pareja gay; es tu obligación no sólo aceptar a los gays, sino declararte partidario de ellos, so pena de ser acusado de homofóbico, retrógrada, fascista. Un conocido me platicaba cómo en Inglaterra, donde vivía, fue duramente cuestionado en la materia: "En México son homofóbicos -le dijeron--. A ver, ¿cuántos amigos gays tienes?". Él contestó lo mismo que yo habría contestado: "Ninguno". "¿Ya ves? ¡Son unos homofóbicos!". Lo que él no atinó a decir, es lo que yo ahora mismo pienso: "Muy bien; si quieres, soy homofóbico. ...¿y?..."
El holocausto. Si acostumbras ir al cine, no pasarán tres meses sin que Hollywood te ensarte una nueva película que te recuerde -una vez más- cuánto sufrieron los judíos. ¡Ya basta! El asunto pasó hace mucho tiempo, y todos los involucrados ya se murieron. Los descendientes de los malos de aquellos tiempos nada tuvieron que ver, ni se comportan más mal que cualquiera de nosotros; y los descendientes de las víctimas, hoy con mucha frecuencia se dedican a alegres negocios; a la especulación financiera, o bien a martirizar al pueblo palestino. Cambien de página: ya aburren.
La música moderna, sobre todo en inglés. Haz la prueba: organiza una reunión en tu casa, y atrévete a poner música que no sea pop/rock o cualquier cosa similar (y peor aún si no es en inglés). Todo el mundo se sentirá incómodo; y aunque no te lo digan -después de todo, es tu casa- les parecerá que eres una persona bastante rarita.
Estas son las que ahora me vienen a la mente. Pero la lista de tiranías de nuestros tiempos es más extensa, así es que si regresas a esta misma página dentro de algún tiempo, puedes darlo por hecho: la colección habrá crecido.
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