En primer lugar está el hecho de que haya sido el presidente de la República quien inauguró la obra. Hoy en día, la Ciudad de México se ha consolidado como una entidad autónoma, y por tanto no es el presidente quien se atribuye los méritos de lo que aquí sucede -menos aún cuando el jefe del gobierno de la ciudad y el presidente de la República son de partidos distintos, como siempre ha sido desde que desapareció la figura de 'jefe del Departamento del Distrito Federal' para dar paso a un gobernante electo.
Tres líneas en un año. ¡Qué tiempos aquellos!
Y también se nota un detalle muy típico del presidencialismo priísta: obras inauguradas al vapor, y en serie, en los días finales del sexenio (con una auténtica obsesión por trascender a través de placas).
Díaz Ordaz dejó la presidencia el 1 de diciembre; es decir, esta placa fue develada 11 días antes.
Por cierto, si consideramos que el metro fue inaugurado en 1969, eso significa que en el primer año se construyeron tres líneas (pequeñas, sí, pero tres al fin y al cabo). ¿Por qué ahora tardan 10 años en decidirse a abrir una nueva línea?
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