martes, 31 de marzo de 2009

La desvergüenza de los diputados federales

Pocos actores sociales son tan despreciados en México como los legisladores, específicamente los diputados. Y no es gratuito que así sea: los diputados federales gozan sueldos estratosféricos que para un trabajo como el suyo, y en en una sociedad como la nuestra, son mucho más que injustificados. Son obscenos.

Ayer apareció en el periódico La Jornada una nota que ilustra perfectamente el asunto: Bajo el encabezado "Con triquiñuelas administrativas diputados justifican inasistencias", el artículo reseña cómo los diputados federales suelen conseguir permisos y justificantes para faltar en muchos casos a la mayoría de las sesiones, y aún así cobrar su, repito, obsceno sueldo: $147,000 pesos mensuales según la nota.

Si de por sí nos parece alto ese sueldo, que el 99.9% de los mexicanos no verá jamás en su nómina -y que el 1% restante, seguramente tiene más merecimientos (¡al menos sí van a trabajar!)-, la cosa es más abusiva aún, si le sumamos los famosos "bonos" que los diputados unánimemente se autoatribuyen cada vez que hace falta, y que probablemente duplican su ingreso anual.

Dinero que no merecen no sólo por que no trabajan, sino también por la enorme mediocridad que muestran cuando trabajan.

Dinero que -no está de más recordarlo- es dinero público, dinero tuyo y mío, que reciben simplemente sin trabajar.



Eso se llama robar.

Vale la pena darse una asomada al artículo. Muchos de estos diputados, saqueadores del patrimonio de la nación, están identificados con nombre y apellido:
  • Yary del Carmen Gebhardt Garduza - PRI - Secretaria de la Comisión de Derechos Humanos - Sólo ha asistido a 18 sesiones (3 en febrero, 2 en marzo) -Ha obtenido 23 permisos y 5 inasistencias justificadas, para cobrar íntegra su dieta.
  • Ricardo Canavatti -PRI -Sólo ha asistido a 22 sesiones - Ha obtenido 21 permisos y sólo se le han descontado 3 faltas.
  • Gustavo Mendívil Amparán - PRI - Sólo asistió a una sesión en febrero y una en marzo.
  • Raúl Alejandro Padilla - PAN - Entre septiembre y marzo sólo ha asistido a 20 sesiones - Ha obtenido 18 permisos (registra únicamente una falta)
  • Víctor Aguirre Alcalde - PRD - Sólo ha acudido a 28 sesiones - Obtuvo 3 cédulas, 8 permisos y 5 justificaciones (sólo se le han descontado 2 días).
  • Mónica Arriola Gordillo - Panal, hija de Elba Esther Gordillo - Sólo se ha presentado a 23 sesiones- Ha recibido 23 permisos
  • Jorge Emilio González Martínez - Verde Ecologista - Sólo asistió a 26 de 42 sesiones.
  • Rodolfo Solías Parga - PT - Sólo asistió a 19 sesiones - En 16 llegó tarde o se registró por cédula y obtuvo 7 permisos y 3 inasistencias justificadas.

Otros dipu-zánganos mencionados: el presidente de la Comisión de Hacienda, Jorge Estefan, quien ha estado sólo en 7 de 14; Guillermina López Balbuena sólo ha ido a 3 sesiones y obtuvo 11 permisos, al igual que Arturo Martínez Rocha, presidente de la Comisión especial para seguir el daño ecológico causado por Petróleos Mexicanos.

No recuerdo que en los últimos 25 años haya sido tan fuerte la sensación de que algo está mal en la clase política mexicana, y eso me lleva a una última reflexión: Es año electoral. Empiezan las campañas, con todas sus promesas y tonterías. ¿Queda alguien que les crea algo? ¿Alguien pensará votar?


miércoles, 18 de marzo de 2009

"Los vecinos", tras un hueso

Hace un par de días, al hablar de cómo "los vecinos" de Polanco y Las Lomas rechazan activamente la construcción de algunas obras viales que la delegación está tratando de hacer, dejé ver mi desconfianza hacia aquellos que se las dan de representantes de los demás.

Al igual que quienes se ponen el aún más pretencioso título de "el pueblo" ("el pueblo no quiere esto", "el pueblo exige aquello", ¿a alguien le suena conocido?), "los vecinos" no son un ente colectivo sino personas específicas que con mucha frecuencia protegen -de buena o mala fe- sus propias intereses e ideas, cosa muy válida, sí, pero que no siempre son los mismos que los de la mayoría.

Todos lo hemos visto: al paso del tiempo, casi sin excepción, estas personas acaban perdiendo el espíritu comunitario que en un principio pudo haberlas animado, y pasan a actuar movidos por intereses propios y de grupos que aprovechan la situación para llevar agua a su molino.

Ejemplos muy conocidos son los sindicatos o los movimientos estudiantiles. En sus inicios normalmente son manifestaciones de demandas sociales auténticas, pero más adelante son capturados por partidos políticos, gente de poder o cualquier ente similar que logre pactar a conveniencia con los líderes de dichos movimientos.

Mi ejemplo favorito es Carlos Imaz, que allá por los años 80 encabezó el movimiento del CEU dentro de la UNAM, y que hace unos años fue 'pescado' in fraganti recibiendo bolsas de dólares en efectivo para quién sabe qué actos corruptos. No tengo idea qué diría el pliego petitorio del CEU en aquellos tiempos, pero estoy seguro de que esos millonarias sobornos no encajan en el ideal con el que en aquellos tiempos Imaz engatuzó a miles de jovenes. Para la carcajada...

Pero para que no se vaya a pensar que la traigo contra Imaz o los grupos estudiantiles, mejor dejo al señor en paz y me regreso a mi tema original: "los vecinos" de Polanco.

Siempre me pareció sospechoso que los bloqueos y rechazos contra las obras viales tuvieran tan activo apoyo del gobierno del DF. Obviamente no era ninguna casualidad: la delegación Miguel Hidalgo -encargada de la obra- está gobernada por una panista (Gabriela Cuevas), y el DF está gobernado por el PRD (Marcelo Ebrard).

¿Que el puente es necesario? ¡Qué más da! Lo importante es fregar al adversario, no importa en absoluto si nos llevamos entre las patas a -ahora sí- los vecinos de la zona. ¿Y cómo lo podemos lograr? Obvio: con el apoyo de "los vecinos"...

En fin. Para no hacer el cuento largo, concluiré reconociendo que los perredistas al menos saben pagar favores:

Trinidad Belaunzarán, presidenta de la asociación "Salvo Lomas" (uno de los grupos que han combatido con todo a los proyectos de la delegación), se postuló para un hueso -perdón, una diputación- en la legislatura del DF. Adivinen con qué partido...

Y su vecino de Polanco no se queda atrás: Juán Álvarez, de la asociación "Amigos de Polanco", hizo lo propio registrándose también para agarrar una diputación, en este caso a cargo del partido Convergencia.

Nada nuevo bajo el sol. Fuchi.

lunes, 16 de marzo de 2009

Arréglenme esto, pero no le muevan...

Si algo caracteriza a los habitantes de la Ciudad de México en la actualidad, es el hecho de querer que todo cambie... sin que cambie nada.

Y es que la gente que vive en esta insólita ciudad se queja todo el tiempo de qué tan mal están las cosas: el tráfico, la inseguridad, la contaminación, etc etc etc. Pero en el momento en que el gobierno decide actuar para corregir cualquiera de esos problemas, entonces nadie está dispuesto a ceder ni un milímetro para que se den los cambios que supuestamente todo el mundo está esperando.

Esto viene al caso por una situación que en las últimas semanas se ha venido dando en Las Lomas y Polanco, a raíz de la construcción de una obra que supuestamente deberá aligerar el caos vial que se vive en esa zona. Polanco, para quienes no lo sepan, fue hasta hace un par de décadas una colonia residencial de muy alto nivel, con calles bonitas y tranquilas; pero hoy en día se ha convertido en una zona de negocios y oficinas con altísima afluencia de autos y personas, lo cual es motivo de un tráfico en verdad tremendo todos los días laborables. Y Las Lomas, aun cuando se ha mantenido más a salvo de la "invasión" de negocios, tiene el serio problema de ser ruta de paso hacia zonas muy activas, como son Santa Fe y las numerosas colonias residenciales que han ido poblando el poniente de la ciudad, en la salida a Toluca; y eso también mantiene muy congestinadas sus avenidas principales, que son Reforma y Palmas.

Así las cosas, no es extraño que el gobierno delegacional de Miguel Hidalgo haya decidido hace unos meses hacer una serie de obras que involucran algún paso a desnivel (Palmas y Reforma) y un puente (Ferrocarril de Cuernavaca y Ejército Nacional), con miras a tener más continuidad en el tráfico vehicular.

Pero parece que a "los vecinos" no les gusta la idea. (Uso comillas, porque sabemos muy bien ese tipo de autodenominaciones -"el pueblo", "los trabajadores", "los vecinos", etc.- suelen ser más bien membretes que algunos 'vivos' utilizan para colocarse como poseedores de una verdad que no siempre es tan colectiva como pretenden.)

En fin, decía que "los vecinos" no están de acuerdo con la construcción de puentes y pasos a desnivel. Claro que argumentan todo tipo de razones -ecológicas, urbanas, ingenieriles...- pero hay razones para pensar que no son ciertas. ¿De verdad creeemos que las señoras de Las Lomas entienden de proyectos viales? ¿Los alumnos del Liceo Franco Mexicano se habrán puesto a pensar que el daño ambiental de miles de autos en un embotellamiento, todos los días, es mucho más alto que el costo de podar algunos árboles? De hecho, ¿en verdad les interesa? Tiendo a sospechar que lo que no les gusta es que su colonia, tan elegante, se vea ultrajada por el concreto de las vialidades expandidas.

Y en verdad los entiendo, porque sin duda es triste ver cómo el señorío de estos barrios ha ido sucumbiendo ante la interminable colección de abusos e irresponsabilidades urbanísticas y arquitectónicas propias de una ciudad sin planeación.

Pero es demasiado tarde: la realidad es que estamos ahogados en coches, y hay que arreglarlo. Estoy seguro todos los vecinos quieren que la situación cambie, pero sospecho que al mismo tiempo, no quieren que nada cambie.

¿Alguien sabe cómo se hace eso?